Mi amigo Paolo, que es italiano pero le importan un pico los romanos (tampoco soporta a Beni), tuvo la oportunidad recientemente de contemplar la reliquia de la Tia Doris y experimentó un éxtasis religioso.
Luego de llevarse una polera al rostro para limpiarse el sudor y lágrimas que le provocó la fuerte experiencia, encontró la siguiente imagen en su ropa.
No sé si será la misma Tía de la que hablan, pero estoy seguro que la mujer de la que voy a hablar es la misma de la foto, así que (un, dos, tres, cuatro) Dios nos pille confesados: Hace cosa de un año y medio todo me funcionaba de maravilla. Tenía una novia rubia y muy rica, estaba por terminar Derecho (con mayúscula) en la Universidad Gabriela Mistral y mi viejo recién me había regalado 150 palos verdes para montar mi oficina cuando me titulara. Les juro que me miraba en el espejo y hasta me encontraba rico. Antes de los exámenes, un compañero becado me dió el dato "Oiga, Don Hermógenes, ¿Le gustan las drogas?", "Depende, pues Juanito: si es esa ordinariez de cigarro de yerba hediondo que fuman los conserjes, entonces no. Pero si es de la mandanga de la que tu me hablas...", "De esa misma le digo", me dijo y me dió el dato de una señora que vendía cerca de la facultad. Fuí a ver a la señora, cansadísimo (estacioné mi auto en un servicentro que quedaba a ocho cuadras de allí, para que no me roben la radio) y ella, con mucho misterio, me mostró un sobre con polvo verde. La verdad, yo conocía mandanga color blanco-invierno, blanco-pastel, blanco-plateado e incluso blanco-sepia, pero esta cosa verde era una completa novedad para mí. Le pregunté "Dígame, buena mujer, ¿Qué tipo de droga es esta?", "Esta no es una droga, es LA droga" me dijo y yo la verdad me quedé pensativo: ¿será que este polvo verde tiene efectos alucinógenos tan soberanos que convierten en obsoletas a todas las otras drogas que yo ya había probado en mi curriculum fiestero?. Hinché mi pecho musculoso y le dije "¿Cuanto cuesta el papelillo?", "¿Esto?" me dijo, mostrándome un sobre de tres por tres centímetros, "Esto sale cincuenta lucas". Barato, pensé yo y lo compré sin pensar. Ya en la noche, había bajado a Apoquindo con mi gorda a relajarnos y me acordé de "LA droga" en mi bolsillo, así que me fuí al baño, enrollé un billete de veinte lucas (son más higiénicos) y me metí una raya gorda como un dedo anular de aquella substancia; y ahí se acabó todo. Cuando desperté, a los nueve días, descubrí tres cosas:
Primero, el polvo verde que le compré a la Tía Doris no se parecía en nada a ningún alucinógeno ni alcaloide que haya probado, ni que pueda probar, en mi vida.
Segundo, el polvo verde que le compré a la Tía Doris era en realidad Wasabe en polvo, del tipo que venden en casi todos los supermercados.
Tercero, soy extremadamente alérgico al Wasabe.
Resulta que cuando desperté a los nueve días de consumir Wasabe por vía nasal, me encontré en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Alemana, víctima de un shock anafiláctico que me provocó mi primer paro cardiaco (y eso a pesar de que tan sólo tengo veintitrés años y de que soy, era en realidad, seleccionado nacional de rugby). Mi segundo paro cardiaco vino cuando ví la cuenta que me cobraba la Clínica por tantos días de cuidado y atención. Mi tercer paro cardiaco vino cuando desperté del segundo y descubrí que mi querida novia les había girado un cheque abierto a los de la clinica para que me siguieran atendiendo. Mi cuarto paro cardiaco vino cuando mi querida novia me dijo "No importa el gasto, tu salud es lo primero".
Hoy en día sólo me quedan 235 mil de aquellos millones que acababa de recibir, y el gasto común de mi loft sale 230 mil mensual y vence hoy. Ah, y mi novia me dejó cuando vió el saldo de mi cuenta bancaria. Entiendo que ustedes, los sobrinos de la Tía Doris, le tengan mucho cariño a esta señora, pero la verdad, lo que es yo, en mi propia opinión personal, no le tengo ningún aprecio a esa mujer
4 comentarios:
Tenemos que reunirnos a hacer un ritual de adoración a tiadoris
saludos,
No sé si será la misma Tía de la que hablan, pero estoy seguro que la mujer de la que voy a hablar es la misma de la foto, así que (un, dos, tres, cuatro) Dios nos pille confesados: Hace cosa de un año y medio todo me funcionaba de maravilla. Tenía una novia rubia y muy rica, estaba por terminar Derecho (con mayúscula) en la Universidad Gabriela Mistral y mi viejo recién me había regalado 150 palos verdes para montar mi oficina cuando me titulara. Les juro que me miraba en el espejo y hasta me encontraba rico. Antes de los exámenes, un compañero becado me dió el dato "Oiga, Don Hermógenes, ¿Le gustan las drogas?", "Depende, pues Juanito: si es esa ordinariez de cigarro de yerba hediondo que fuman los conserjes, entonces no. Pero si es de la mandanga de la que tu me hablas...", "De esa misma le digo", me dijo y me dió el dato de una señora que vendía cerca de la facultad. Fuí a ver a la señora, cansadísimo (estacioné mi auto en un servicentro que quedaba a ocho cuadras de allí, para que no me roben la radio) y ella, con mucho misterio, me mostró un sobre con polvo verde. La verdad, yo conocía mandanga color blanco-invierno, blanco-pastel, blanco-plateado e incluso blanco-sepia, pero esta cosa verde era una completa novedad para mí. Le pregunté "Dígame, buena mujer, ¿Qué tipo de droga es esta?", "Esta no es una droga, es LA droga" me dijo y yo la verdad me quedé pensativo: ¿será que este polvo verde tiene efectos alucinógenos tan soberanos que convierten en obsoletas a todas las otras drogas que yo ya había probado en mi curriculum fiestero?. Hinché mi pecho musculoso y le dije "¿Cuanto cuesta el papelillo?", "¿Esto?" me dijo, mostrándome un sobre de tres por tres centímetros, "Esto sale cincuenta lucas". Barato, pensé yo y lo compré sin pensar. Ya en la noche, había bajado a Apoquindo con mi gorda a relajarnos y me acordé de "LA droga" en mi bolsillo, así que me fuí al baño, enrollé un billete de veinte lucas (son más higiénicos) y me metí una raya gorda como un dedo anular de aquella substancia; y ahí se acabó todo. Cuando desperté, a los nueve días, descubrí tres cosas:
Primero, el polvo verde que le compré a la Tía Doris no se parecía en nada a ningún alucinógeno ni alcaloide que haya probado, ni que pueda probar, en mi vida.
Segundo, el polvo verde que le compré a la Tía Doris era en realidad Wasabe en polvo, del tipo que venden en casi todos los supermercados.
Tercero, soy extremadamente alérgico al Wasabe.
Resulta que cuando desperté a los nueve días de consumir Wasabe por vía nasal, me encontré en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Alemana, víctima de un shock anafiláctico que me provocó mi primer paro cardiaco (y eso a pesar de que tan sólo tengo veintitrés años y de que soy, era en realidad, seleccionado nacional de rugby). Mi segundo paro cardiaco vino cuando ví la cuenta que me cobraba la Clínica por tantos días de cuidado y atención. Mi tercer paro cardiaco vino cuando desperté del segundo y descubrí que mi querida novia les había girado un cheque abierto a los de la clinica para que me siguieran atendiendo. Mi cuarto paro cardiaco vino cuando mi querida novia me dijo "No importa el gasto, tu salud es lo primero".
Hoy en día sólo me quedan 235 mil de aquellos millones que acababa de recibir, y el gasto común de mi loft sale 230 mil mensual y vence hoy. Ah, y mi novia me dejó cuando vió el saldo de mi cuenta bancaria. Entiendo que ustedes, los sobrinos de la Tía Doris, le tengan mucho cariño a esta señora, pero la verdad, lo que es yo, en mi propia opinión personal, no le tengo ningún aprecio a esa mujer
Debes seguir ala tìa Doris amacaballo...Si ella dice que es La Droga:entonces cuidate del wuasabi!
Amèn
Gil, la Tia Doris al igual que el Padre Pio de Petralcina usa el Wasabe para eliminar a su falsos seguidores.
Punto.
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