domingo, 17 de mayo de 2009

Chiste



Una mañana desperté con la sensación de que alguien me estaba mirando. Era la tía, fija frente a frente conmigo. Te voy a contar un chiste, me dice y se larga a decir que un hombre hace un hoyo, mete un pájaro y lo tapa con tierra hasta el cuello. El pájaro pía.
Después trae una regadera de plástico amarilla y le echa agua al ave.
El ave dichosa se deja regar y con el sol crece hasta que sus alas se abren como ramas y su vuelo se convierte en frutas porque está sembrado y no puede volar.

Yo me quedo esperando el remate
¿Qué película es? dice ella y yo que no sé.
Esplantapájaros.

"... y llegaron bailando cha cha chá"

Cuando me asomé por la ventana no pensé que descubriría que la tía Doris tenía razón. Hay un marciano allá abajo en el jardín, dijo ilusionada. Marcianos mis cojones pensé yo, buscando asomarme por la baranda y ver el patio del condominio, patio de céspedes semiverdes y arbustos ovalados, lamparitas como aro de perla y caminitos que no llevan a ninguna parte. Ahí, en medio de ese diseño estéril y repetido de los condominios hechos sin cariño, había efectivamente un ser de otro planeta.
Tiene un ramillete de flores en la mano y viene silvando de amor, dijo ella antes de irse a la cocina y poner la tetera al fuego.