Nunca logré entender el enigma de su partida.
Pero ahora ya no necesito resolverlo.
Me aferré a sus cositas como si fueran reliquias, e inventé mundos con ellas para sentir qué aún estaba conmigo. Extrañamente, mientras estuvo cerca, nunca le demostré el cariño y devoción que siento por ella ahora.
Es extraña la muerte de las personas y de sus cosas.
Adios tía Doris,
gracias por favor concedido.
JP